Ana i Manuela continuen aprenent des de casa
Aunque las escuelas permanezcan cerradas, el proceso educativo continúa en los hogares de diez millones de niños en España, entre ellos el de Ana y Manuela
En España, los centros educativos de todo el país se han cerrado, por lo que más de 10 millones de niños, niñas y adolescentes permanecen en sus casas. Aunque los colegios están clausurados, la educación no se detiene. Ana tiene tres años y Manuela, su hermana, seis y son un ejemplo de los niños que permanecen en sus hogares durante este tiempo. Llevan en casa desde que el pasado miércoles la Comunidad de Madrid decretase el cierre de los centros educativos en la región, pero siguen aprendiendo todos los días.
Sus padres, Álvaro y Adriana son periodistas y estos días han teletrabajado desde casa en el madrileño barrio de Tetuán, compaginando la jornada laboral con la crianza de sus dos hijas. “Desde el primer día tuvimos claro que los horarios y las rutinas eran fundamentales para poder organizarnos y llegar a todo”, dice Álvaro, de 40 años. Su despertador suena a las 07:00 de la mañana para organizar todo antes de que se levanten las dos niñas, a las 08:30 horas.
Manuela estudia 1º de primaria en un colegio público de la capital de España. En el blog del centro los profesores cuelgan actividades para que los niños puedan realizarlas en su casa. Las fichas de lengua conviven con las de matemáticas, taller de lectura o inglés (“mucho English”, dice Manuela). Los profesores hacen un esfuerzo considerable por comunicarse con todas las familias y poder brindar orientación para que la comunidad educativa pueda seguir avanzando y no dejen de aprender mientras dure la suspensión de las clases.
El caso de Ana es diferente. Tiene tres años y las escuelas de educación infantil también han cerrado, pero sus padres no tienen contacto con el centro. “Con Ana estamos algo más perdidos. Mientras Manuela hace deberes intentamos entretenerla con algún puzle, con sus juguetes… pero solamente tiene tres años y, aunque a ratitos es autónoma, necesita que una persona juegue con ella todo el tiempo”, nos cuenta su madre, Adriana, madrileña de 39 años.
En estos días donde los miembros de la familia pasan todo el día en casa, mantener una rutina es vital para la convivencia. Por ello, en la casa de Ana y Manuela se almuerza a las 13.30 horas, tras lo cual Ana se echa una siesta mientras sus padres siguen trabajando. Manuela, mientras tanto, aprovecha para ver una película en inglés.
Por la tarde es el momento de hacer algo de deporte en casa, jugar en familia, aprovechar para hacer manualidades y llamar a los abuelos antes de cenar mediante una video llamada. En este sentido, desde UNICEF, compartimos 10 tareas de la rutina diaria para para involucrar a los más jóvenes de la casa en las tareas del hogar y la convivencia familiar.
“Nosotros somos una familia afortunada: estamos bien de salud, tenemos trabajo y podemos ocuparnos de nuestras hijas en un entorno seguro y saludable para ellas. Pero no dejamos de pensar en familias sin recursos, sin acceso a Internet, personas que han perdido su empleo. Como siempre, son los más vulnerables los que sufren realmente las consecuencias de las malas circunstancias”.
Adriana, madre de Ana y Manuela.
¿Cómo adaptan las clases una escuela infantil y un centro de educación especial en esta situación?
La enseñanza a distancia necesita adaptaciones muy específicas para dos colectivos de alumnos: los más pequeños y aquellos que tienen alguna discapacidad. Hemos preguntado a dos de los centros referentes en educación en derechos de infancia y ciudadanía global: la Escuela Infantil Alaria Nursery School y el CEE Ponce de León, ambos de Madrid.
En el caso de Alaria Nursery School, el trabajo pedagógico se complementa con un programa de actividades lúdicas ya que, en palabras de su director, “queremos servir de ayuda a las familias, facilitándoles un marco de tareas que les permita tener un mayor abanico de recursos para cubrir el tiempo de confinamiento que todos estamos viviendo”. Entre estas actividades figura la realización de un dibujo creativo que refleje el mensaje que quieren mandar a sus amigos y para lo que pueden usar ceras, temperas o collages realizados con recortes de revista y que la empresa cuelga en su cuenta de Instagram.
Además, han elaborado un marco de trabajo a distancia que permita a sus alumnos dar continuidad desde casa al trabajo pedagógico que estaban realizando en la escuela. “Nos parece fundamental que no se produzca una ruptura en este periodo de cierre forzoso con el trabajo que estábamos realizando con los niños y mantener su derecho a la educación alineado con su derecho a la salud” advierte su director, Ignacio.
Para cada centro y edad, esta red de centros ha elaborado una programación de actividades que los padres pueden realizar con sus hijos mientras las escuelas permanezcan cerradas. Además, de manera complementaria, cada tutora de 2 a 5 años ha grabado un pequeño video en el que pone en contexto el punto del proyecto en el que están, así como los objetivos a lograr. “Se trata de actividades muy sencillas ligadas al Proyecto 4 que estamos llevando a cabo en estas semanas, adaptadas por supuesto a su realización desde casa, pero que nos permitirán a todos lograr esta continuidad pedagógica”, asegura Ignacio.
En el Centro Educativo Ponce de León de Madrid, todo el personal sigue teletrabajando, tanto docentes como logopedas, fisioterapeutas e incluso intérpretes de lengua de signos. Para Montserrat, directora pedagógica del centro, “los niños sordos están en desventaja porque la parte escrita no llega a dichos alumnos de la misma forma que a los oyentes”. El centro está adaptando el material que se les manda y las intérpretes de lengua de signos traducen los contenidos y hacen video con dicha lengua para luego enviárselo a los alumnos. “Hemos tenido que habilitar a personal, y a las intérpretes de lengua de signos con ordenadores y aplicaciones que nos permitan video conferencias entre profesorado y con alumnado”, asegura Montserrat.
Aunque las escuelas permanezcan cerradas, el proceso educativo continúa en los hogares de diez millones de niños en España, entre ellos el de Ana y Manuela.
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