Más de uno de cada dos fallecidos por el terremoto en Afganistán era un niño o una niña

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KABUL, 12 de septiembre de 2025 – “La tragedia vuelve a golpear a Afganistán y la infancia está en el centro de una crisis que se agrava. Debemos responder con urgencia y con el compromiso de revertirla de inmediato.
Los niños y niñas han soportado la carga más pesada después de que un potente terremoto sacudiera las provincias de Kunar y Nangarhar, en el este del país, el pasado 31 de agosto, seguido de múltiples réplicas severas.
El impacto ha sido devastador. Al menos 1.172 niños y niñas han muerto, lo que supone más de la mitad del total de víctimas mortales. Además, 45 han quedado separados de sus familias y 271 huérfanos.
A principios de esta semana me he unido a una misión de respuesta de UNICEF en las zonas afectadas y la devastación es estremecedora.
Hasta el momento, la crisis ha cobrado más de 2.164 vidas, ha dejado más de 3.428 personas heridas y ha destruido o dañado gravemente al menos 6.700 hogares. Detrás de estas cifras hay niñas y niños que permanecen solos entre los escombros y familias destrozadas en un abrir y cerrar de ojos.
En total, más de medio millón de personas se han visto afectadas. Entre ellas, 263.000 son niños y niñas que ahora se enfrentan a riesgos aún mayores.
Para ellos, este desastre se suma a años de conflicto, penurias económicas y emergencias recurrentes que ya les han robado gran parte de su infancia. Muchos se han visto obligados a crecer demasiado rápido.
En una aldea muy destruida llamada Machkandol, en la provincia de Nangarhar, conocí entre piedras y escombros a tres hermanas y un niño. El pequeño tenía los dedos fracturados tras ser rescatado y las niñas estaban completamente desorientadas, sin entender qué había ocurrido. Perdieron a su familia, su casa e incluso el ganado que tenían falleció. Fue desgarrador.
En un hospital de campaña en Khas Kunar, en Kunar, conocí a una niña de cinco años que cargaba a su hermana de dos, con la cabeza llena de puntos de sutura. Ambas rezaban para que su madre, hospitalizada con fracturas graves, sobreviviera.
En las zonas más golpeadas de Kunar y Nangarhar, los niños y niñas necesitan ayuda humanitaria urgente. Muchos están sin refugio, de luto por sus seres queridos y lidiando con un trauma profundo.
En estas comunidades montañosas y remotas afrontan múltiples amenazas: heridas sin tratar, agua y saneamiento inseguros, desnutrición en aumento, escuelas interrumpidas y un gran sufrimiento emocional.
El acceso a los distritos afectados es extremadamente difícil: terrenos escarpados, carreteras limitadas e infraestructuras frágiles convierten cada misión en un verdadero reto para los trabajadores humanitarios. Pero seguimos allí, cumpliendo con nuestra labor contra todo pronóstico.
El trayecto desde Jalalabad hasta la remota aldea de Machkandol nos ha llevado tres horas y media, de las cuales solo 40 minutos han sido por carreteras asfaltadas. El resto fue un camino de tierra de montaña, con camiones atascados y rocas caídas. Colegas que viajaron a las zonas más afectadas de Kunar me han contado que las carreteras allí están aún peor.
UNICEF está literalmente haciendo todo lo posible para llegar hasta estos niños y familias con el apoyo que necesitan.
Las normas sociales complican aún más la entrega de ayuda. Por ello, UNICEF y sus aliados han priorizado el despliegue de trabajadoras humanitarias para garantizar que mujeres y niñas puedan acceder a la ayuda de forma segura y equitativa.
Las niñas, en particular, afrontan riesgos únicos. Cuando los hogares son destruidos, suelen ser las primeras en abandonar la escuela en un país donde ya enfrentan enormes barreras a su derecho a la educación. Cuando las familias pierden sus medios de vida, las niñas corren un riesgo mayor de matrimonio infantil. Y cuando los servicios de salud no están disponibles, las adolescentes se quedan sin cuidados esenciales.
Si no actuamos ahora, esta crisis profundizará las desigualdades existentes y cargará sobre ellas un peso desproporcionado.
Por muy graves que sean las circunstancias, la esperanza está en nuestro esfuerzo colectivo. He visto de primera mano cómo, desde el primer día, los equipos de UNICEF han estado sobre el terreno junto a las autoridades nacionales, las organizaciones locales y los aliados humanitarios, trabajando para salvar vidas y proteger a la infancia, por difícil que resulte llegar hasta ellos.
UNICEF ha estado proporcionando atención sanitaria de emergencia a través de clínicas reforzadas y de nuestros equipos móviles de salud y nutrición, que ofrecen cuidados traumatológicos. También hemos prestado servicios maternos y neonatales y distribuido medicinas esenciales. Además, estamos trabajando con el personal de primera línea contra la polio para apoyar la respuesta en el terreno.
Estamos detectando y tratando a niños y niñas con desnutrición aguda, cuyos casos han aumentado drásticamente en las provincias afectadas por el terremoto debido al desplazamiento y al acceso limitado a alimentos.
Seguimos rehabilitando sistemas de agua sostenibles, instalando puntos de agua de emergencia y construyendo letrinas para que las familias tengan acceso a agua segura y estén protegidas frente a brotes de diarrea aguda.
La salud mental infantil se vuelve muy frágil tras tragedias como esta. Por eso, hemos establecido espacios amigos de la infancia y desplegado consejeras en las clínicas de salud para brindar apoyo psicosocial a niñas y mujeres.
También estamos trabajando en protección social, entregando asistencia económica de emergencia a los hogares más vulnerables para que puedan cubrir sus necesidades urgentes y prepararse para el invierno, que es especialmente duro. Esperamos llegar a más de 15.000 hogares con este apoyo.
Nuestra respuesta se desarrolla en condiciones extremadamente duras.
Y los retos siguen siendo inmensos. Con el invierno acercándose, el tiempo apremia. Sin una acción urgente, muchos niños y niñas afrontarán temperaturas gélidas sin refugio, alimentos ni atención médica.
Para cubrir estas necesidades, UNICEF ha lanzado un llamamiento de 22 millones de dólares (18,8 millones de euros) para llegar a 400.000 personas —incluidos más de 212.000 niños y niñas— en los próximos seis meses. Con el apoyo suficiente, y en estrecha coordinación con autoridades nacionales y aliados locales, podemos salvar vidas, proteger a la infancia y ayudar a las familias a comenzar a recuperarse con dignidad.
Pedimos a los donantes y a la comunidad internacional que se unan a la infancia de Afganistán en este momento crítico. Los niños y niñas no deben enfrentar esta crisis solos. Y sé que no lo harán, mientras tengamos los medios para actuar”.
Para contribuir al trabajo de UNICEF: https://www.unicef.es/causas/emergencias/fondo-emergencias
Acerca de UNICEF
UNICEF trabaja en algunos de los lugares más difíciles para llegar a los niños y niñas más desfavorecidos del mundo. En 190 países y territorios, trabajamos para cada niño, en todas partes, cada día, para construir un mundo mejor para todos.
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Ildefonso González
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