#RetoRescate: ¿En qué piensas cuando piensas en la palabra “futuro”?
Para los niños y las familias que (sobre)viven en Za’atari, el segundo campo de refugiados más grande del mundo, la palabra “futuro” está cargada de nostalgia.
26/06/2019
“No sé lo que pasará”. Es la frase que más nos han repetido pequeños y mayores en el campamento de refugiados de Za'atari, en Jordania. Unas palabras cargadas de incertidumbre y pronunciadas con dolor una y otra vez.
Nos las dijo Omer, que con 18 años recién cumplidos ya ha perdido a su padre y a su madre, y tiene que trabajar y encargarse de su tía enferma.
Nos las dijeron las chicas y mujeres que, en una tienda de campaña de un asentamiento informal cercano al campamento, se reúnen para poner en común miedos y dudas sobre la regla, y buscan alternativas y soluciones, en una complicidad que le mueve a una la sonrisa. Hasta que esa sonrisa se congela cuando te dicen que solo quieren volver a su vida como era antes de la guerra, “tal y como era antes de las bombas”.
Nos dijo lo mismo Maria, mientras sostenía con orgullo el balón de fútbol. El balón que le hace olvidar el trauma y le ayuda a empezar a recuperarse de los horrores del conflicto. No se separa de él.
Nos lo dijo también Samia, en su caravana con su nieta Hamid, de 6 meses, en brazos. Todos mirábamos a la pequeña, que dormía la siesta con esas gotas de sudor que el sueño le dejaba como un beso en la frente, y pensábamos en lo difícil que será explicarle la palabra “futuro” a esta bebé que ha nacido y crecerá en un campamento donde se vive atrapado entre la guerra y la vida.
#RetoRescate: atrapados entre la guerra y la vida
Quisiera acercarme a la emoción (que hice por ocultar, confieso) y al vértigo que sentía cuando escuchaba esas palabras en las voces de las niñas y los niños. Cuando me repetían que ellos querían volver a “la vida de antes”. Que su sueño es salir del campamento y volver al pasado. Muchos después de haber sufrido innumerables y dolorosas pérdidas.
Han perdido, también, clases y oportunidades durante años, pero me niego a decir que son una generación perdida. No lo son. Nunca han estado perdidos. Están en un desierto, sí. En un laberinto de chapa, arena y polvo, sí. Pero conocen muy bien los caminos del campamento, saben dónde están las escuelas, los espacios y los hospitales que apoya UNICEF, saben dónde empiezan y dónde acaban las vallas y, por supuesto, saben perfectamente dónde está Siria, dónde quedaron su casa, su familia, sus amigos...
No, no se han perdido. Esta generación de niños y niñas está perfectamente localizada. Que alguien haya dejado de mirar dónde están, que por un momento, u 8 años, hayan dejado de prestarles atención, de interesarse por ellos, no quiere decir que se hayan perdido. Llamarles generación perdida es posar el error sobre estos niños y niñas, y no sobre quienes les han perdido de vista.
#RetoRescate: no son una generación perdida
Y por eso, viajamos a la frontera con Siria con Enfermera Saturada, Boticaria García, No soy una drama mamá y Cristina Mitre para contar todo esto y para no perderlos de vista. Para que no olvidemos a estos niños y niñas.
Estas cuatro personas valientes, tenaces y honestas se volcaron en hacer realidad el #RetoRescate. Nos emocionaron compartiendo las historias de los niños, las familias y los profesionales que conocimos en el campamento. Y se dejaron la piel en conseguir ayuda para niños que, como los de Za’atari, la necesitan tanto para (sobre)vivir.
Los cuatro son personas que llevan tiempo haciendo algo más que limitarse a decir que las cosas están mal. Que comprenden que la situación se puede cambiar y que se ilusionan y lo dan todo para lograrlo. Y miles de personas a muchos kilómetros de distancia de Za’atari los seguísteis y disteis el mismo paso desde vuestras ciudades y pueblos. ¡Gracias!
Con vuestra ayuda conseguimos superar el reto de los 25.000 kits y, llevados por vuestra energía y solidaridad, nos animamos a ampliarlo hasta los 30.000. Ahora que quedan menos de 300 para lograrlo, queremos recordaros que donar un kit de rescate (que cuesta 3 euros) no deja de ser un gesto pequeño, un gesto que quizás a algunas personas les resulte irrelevante, pero es un gesto que puede cambiar y mejorar vidas. Un gesto que contribuye a que las niñas y los niños tengan agua potable, acceso a la salud, a la educación y estén protegidos antes lacras como el trabajo infantil o el matrimonio temprano.
#RetoRescate: un gesto cargado de futuro
Donar un kit es un gesto que tiene vocación de futuro. Es un gesto que puede lograr que Omer, Hamid, Samia, Maria y tantos y tantos niños en todo el mundo tengan un futuro que les pertenezca. Porque Omer, Hamid, Samia, Maria... son el futuro. Y deben ser el futuro que más nos importe.
Si aún no has donado tu kit de rescate, puedes hacerlo aquí y ayudarnos a llegar a los 30.000.