Niños en Siria: las minas antipersona, la última amenaza en Raqqa
Los niños sirios que huyen de los intensos combates en Raqqa se exponen a un camino de terror al que ahora se suma la amenaza de las minas antipersona.
Nuestra compañera Sherin sostiene la mano de Khaled mientras se recupera de sus heridas.
Cuando Khaled y su familia huyeron en medio de la noche de su casa en Raqqa buscaban seguridad después de sobrevivir a meses de intensos combates y miedo. No era la primera vez que huían, ya habían tenido que hacerlo en tres ocasiones y siempre llevando solo algo de ropa como equipaje.
Pero el camino para ponerse a salvo era peligroso. Khaled, de 10 años, pisó una mina, que explotó, hiriéndolos a él y a su hermana Esraa, de 14 años. Khaled sufrió lesiones en las manos, las piernas y la cabeza, mientras que la mandíbula de Esraa quedó completamente destrozada.
Muchas familias que huyen de las zonas de conflicto cuentan que sus viajes están llenos de peligro: disparos de francotiradores, minas antipersona y restos de explosivos sin detonar que convierten las rutas de salida de la ciudad en trampas mortales. Algunos informes ponen de manifiesto las represalias contra las familias que intentan huir, que sufren la destrucción de sus coches y bienes, así como el acoso y el castigo. La gente suele escapar por la noche por miedo a ser blanco de los francotiradores.
Niños sirios: de una tragedia a otra
"Estábamos caminando en la oscuridad cuando escuchamos la primera explosión", recuerda Ismail, de 16 años, el hermano mayor de Khaled. "Entonces oímos a mi prima y su marido gritando y llorando así que corrimos a ayudarlos".
"Luego oímos la segunda explosión, pero esta vez era mi padre quien gritaba y lloraba, mientras cogía a Khaled y a Esraa en brazos", añade Ismail, quien tuvo que correr con sus hermanos y parientes gravemente heridos a 3 hospitales diferentes en Hassakeh, Qamishly y Kobani.
Hace solo un mes, la familia perdió a una hija mayor y a su bebé de 2 meses por la explosión de otra mina antipersona.
"Estábamos tan concentrados en esquivar las balas y los bombardeos que no prestamos atención a las minas", dice la madre de Khaled, recordando el trágico día.
Niños en Siria: duras condiciones de vida
La familia de Khaled es solo una de las miles que se han visto obligadas a abandonar sus hogares en Raqqa para huir del actual conflicto. Alrededor de 200.000 personas se han desplazado dentro del país desde noviembre de 2016. Algunas viven en campamentos en el desierto, en las provincias de Hassakeh y Raqqa. Otras están más lejos, en Alepo, Idleb o Hama.
Muchos viajaron durante semanas, con poca comida y agua, pernoctando al aire libre. Pero las duras condiciones de vida en Raqqa obligan a las personas a abandonar sus hogares. Poca ayuda ha llegado a la ciudad en los últimos cuatro años. El último convoy de ayuda humanitaria de Naciones Unidas entró en Raqqa en octubre de 2013.
"Solíamos ir de tejado en tejado, buscando la poca agua que quedaba en los tanques de casas vacías, abandonadas por la gente que huía", cuenta Khaled, recordando las dificultades que enfrentaron para obtener agua potable.
Niños sirios: Un largo camino a la recuperación
En la sala de urgencias del hospital de Qamishli, Khaled y Esraa se recuperan poco a poco de sus heridas, aunque las cicatrices psicológicas tardarán más en sanar.
"Khaled y Esraa están entre los muchos niños sirios que viven en un constante estado de miedo debido a la violencia", cuenta Sherin Murad Ismael, oficial de protección infantil de la oficina de UNICEF en Qamishli.
"Las partes en conflicto tienen la responsabilidad de proteger a los niños, que ya han sufrido muchos años de guerra brutal", agrega.
Khaled tiene dolor, apenas puede hablar, pero está agradecido de estar vivo y fuera de Raqqa.
"He perdido tanto en esta guerra… Pero todo pasará, siempre y cuando esté vivo", afirma.
En UNICEF estamos trabajando para responder a las necesidades de los desplazados de Raqqa, proporcionando agua potable, instalando letrinas, duchas y tanques de almacenamiento de agua en los campamentos y distribuyendo kits de higiene familiar para proteger a los niños de las enfermedades transmitidas por el agua.
Hemos puesto en marcha clínicas de salud móviles para proporcionar atención primaria, incluida la vacunación para niños y madres. También distribuimos los tan necesarios suplementos nutricionales. Además, hemos creado espacios amigos de la infancia donde realizamos actividades recreativas como una forma de apoyo psicosocial para ayudarlos a hacer frente a los traumas y a recuperar la normalidad en sus vidas.
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