Niños de Siria: la guerra no ha podido con los sueños de Batoul
El conflicto de Siria mató a los padres y hermanos de Batoul. Ella perdió la mano derecha y casi pierde las piernas. Su historia es todo un ejemplo de superación.
Cuando Batoul y su familia huyeron de la violencia en el este de Alepo hace ya 5 años, pensaban que por fin estarían a salvo. Durante un año, Batoul, sus tres hermanos y sus padres vivieron junto a sus abuelos en la zona oeste de la ciudad.
Dentro de lo difícil que es abandonar un hogar, Batoul y su familia se adaptaron, hasta que llegó un golpe mucho mayor.
Un viernes de finales de 2013, la familia estaba dando un paseo cerca de la casa cuando los sorprendió un ataque con proyectiles. El padre, la madre y los dos hermanos mayores murieron. Batoul y su hermano pequeño quedaron enterrados bajo una pila de escombros.
"Me acuerdo de ese día como si fuera ayer", dice Sabiha, la abuela de Batoul. "Tuve que ir al hospital y observar los cuerpos sin vida de mi hijo, su mujer y dos de sus pequeños", añade entre lágrimas.
Batoul no solo perdió a su familia aquel día, también perdió una mano y resultó gravemente herida en las piernas. Su hermano, Motaz, estaba cubierto de metralla y tenía rotas las dos piernas.
"Me desperté en el hospital, vendada de pies a cabeza", recuerda con voz temblorosa Batoul, que ahora tiene 10 años. "Quería creer a los médicos cuando me decían que mi familia estaba siendo tratada en otro hospital, pero en el fondo de mi corazón sabía que habían muerto".
Niños sirios: camino a la recuperación
Batoul permaneció en cuidados intensivos durante 5 días. Los médicos consiguieron salvarle ambas piernas pero no su mano derecho. Ella y su hermano estuvieron 5 semanas más en el hospital antes de que les dieran el alta.
"Mientras estaba en la cama del hospital echaba de menos todo: mis padres, mis hermanos, mis juguetes", cuenta Batoul recordando todo lo que ha tenido que pasar. "Pero había veces en las que todo se me olvidaba y solo podía pensar en el intenso dolor en cada parte de mi cuerpo", añade.
Mientras Batoul se recuperaba físicamente, Sabiha estaba preocupada por su salud mental debido a todas las pérdidas a las que tenía que enfrentarse. Pero la fuerza de Batoul cogió a todo el mundo por sorpresa.
"Ni una sola vez preguntó por su brazo ni tampoco se quejó", recuerda su abuela con tristeza.
Pasaron otros 18 meses y 5 intervenciones quirúrgicas antes de que Batoul pudiera andar de nuevo. Una vez a la semana, su abuela la llevaba al hospital para las revisiones oportunas.
Durante estos largos meses en casa, Batoul no se dio por vencida.
Batoul y su hermano.
Niños sirios: la vida en el colegio
"Pasaba los días practicando la escritura con la mano izquierda, intentando vestirme sola y ese tipo de cosas que todo el mundo necesita hacer", cuenta Batoul, orgullosa de sus progresos. "Mi caligrafía era rara pero tenía un sueño: ir al colegio y jugar como los otros niños".
El sueño de Batoul se hizo realidad cuando su vecino, director de escuela, la matriculó en un colegio cercano. Estaba decidida a estudiar y a ponerse al día, después de haber perdido 2 años de colegio. Este año ya va a tercero y sigue esforzándose en sus estudios. También ha aprendido bordado y ganchillo con su abuela y, con mucho empeño, ha tejido bufandas para ella y para su hermano de cara al invierno.
Sin embargo, y a pesar de su fuerza, Batoul tiene días en los que se siente diferente.
"Un día volvió del colegio llorando porque un grupo de niños le habían dicho que daba miedo y se negaban a jugar con ella", cuenta Sabiha decepcionada. "Intenté calmarla recordándole todos los amigos y profesores que la quieren y la apoyan, pero no era fácil verla llorar por algo que escapaba a su control".
Otra herida de guerra menos evidente en Batoul es el trauma.
Niños sirios: aterrados por la guerra
"Siempre que hay enfrentamientos me llaman del colegio para que vaya a recoger a los niños", dice Sabiha. "Cuando llego me los encuentro en un estado desgarrador, llorando y pegados el uno al otro".
A pesar de todo lo que ha vivido, Batoul sigue soñando con terminar sus estudios y llegar a ser pediatra.
"Quiero ayudar a niños heridos como yo. ¡No les dejaré sentir el dolor que yo he sentido!", afirma Batoul sonriendo.
En UNICEF ayudamos a los niños sirios a que vuelvan a clase con mochilas, cuadernos y otros materiales escolares para aliviar la carga económica sobre las familias. También proporcionamos clases de refuerzo y programas de aprendizaje acelerado, diseñados especialmente para permitir a los niños que han perdido años de clase ponerse al día en la mitad de tiempo.
Además, para ayudar a los niños a lidiar con la realidad en la que viven, en UNICEF proporcionamos atención psicosocial a través de actividades educativas y recreativas, devolviendo un cierto sentido de normalidad a sus vidas.
La vida de millones de niños sirios está en riesgo
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