Niños de Irak: en Mosul curamos heridas que no se ven
Después de 3 años de intenso conflicto, los niños de Irak se enfrentan a traumas psicológicos provocados por la violencia que les ha tocado vivir. Descubre cómo trabajamos para que puedan superarlos.
Amina, de 11 años, y Samah, de 8, son dos de las niñas que reciben atención psicosocial en una de las escuelas que hemos reparado en el este de Mosul. Parecen un poco perdidas porque son demasiado jóvenes.
La ciudad y muchos de sus habitantes sufren las secuelas físicas de la violencia que vivió este lado de la ciudad hasta hace apenas 3 meses. Tal vez menos obvio es el impacto psicológico en los niños que han sido testigos de la violencia o que incluso la han experimentado en primera persona. Algunos han resultado heridos. Otros han perdido a su familia y su hogar. Muchos sienten que han perdido su futuro.
Hope, una de las organizaciones locales con las que trabajamos, organiza actividades de arte, teatro y juego para los niños, lo que les ayuda a expresar y superar sus experiencias de violencia.
"Muchas veces, cuando los niños llegan por primera vez, sus dibujos muestran la guerra. A veces dibujan imágenes de antes y después, mostrando su vida bajo el control del Daesh y luego mostrando cómo ha cambiado Mosul. Con el tiempo, sus dibujos empiezan a mostrar cosas más triviales, como flores, paisajes, monumentos o símbolos de paz, como palomas", dice Abdullah, uno de los trabajadores de Hope.
Niños de Irak: en Mosul también hay esperanza
Los ojos de Samah muestran confianza, y Samir, uno de sus maestros, se inclina para decirme que la de Samah es una de las historias de éxito del programa psicosocial en esta escuela. "Cuando llegó por primera vez, no jugaba con las otras chicas. No quería venir y prácticamente no hablaba. Estaba muy enferma", recuerda Samir.
Ahora cuesta imaginar a esta niña sin hablar. "Tuvimos que abandonar nuestra casa debido a la guerra y nos fuimos a vivir a casa de mi tío, en el oeste de Mosul. Volvimos a nuestro barrio (en el este) cuando era seguro. Me siento bien porque estamos de vuelta en casa. Lo mejor es que ahora estoy sana". La escuela ya no es un problema para ella. "Me encanta venir a clase. Las mates son mi asignatura favorita".
Mientras hablamos con Amina y Samah, algunos de sus amigos se sientan silenciosamente a nuestro lado. Hajer, una chica pálida cubierta con un velo claro, aún no está lista para hablar con nosotros, pero con ella está otra chica, Aya, que tiene mucho que decir. Aya lleva un mes en la escuela. Huyó a esta zona de la ciudad con su familia:
"No soy feliz. Estoy muy preocupada. El resto de mi familia se encuentra todavía en el oeste de Mosul y mi casa ha sido destruida"
Intentamos preguntarle sobre sus esperanzas para el futuro, pero ella vuelve todo el tiempo al tema de su familia atrapada. "No consigue concentrarse en nada más. Todavía está muy preocupada por su familia. Nos queda mucho por hacer con ella, pero siempre es así cuando los niños tienen seres queridos en peligro", explica Samir.
Mientras Aya habla, Ammar, de 14 años y Mohammed, de 12, irrumpen por la puerta jugando. A pesar de estar en una edad de mucha energía y actividad, son capaces de sentarse tranquilamente.
Conflicto en Mosul: la historia de Mohammed
La historia de Mohammed es la más dura de escuchar.
Sus padres murieron en un ataque que destruyó su casa. Las largas piernas de Mohammed están llenas de cicatrices. Incluso seis meses después no está completamente curado porque los médicos no han podido eliminar todos los fragmentos de metralla. Se levanta el pantalón por encima del tobillo para mostrar un vendaje improvisado.
A pesar de sus lesiones y pérdidas, sonríe. "Ahora soy feliz. Me siento muy bien. Estoy viviendo con mi tío y su familia y vengo a la escuela todos los días. Lo que quiero es simplemente tener una vida segura. Seguridad. Y no solo para mí, sino para todos los niños".
"Ahora que soy un huérfano sé lo duro que es y no quiero que nadie más tenga que ser como yo "
El sufrimiento de los niños en Irak ha alcanzado su límite en los últimos tres años de intensificación del conflicto. Apenas hay trabajo, las familias están rotas, el desplazamiento a causa de la violencia es constante y la falta de recursos es brutal. Como resultado de todo esto, más de 5 millones de niños de todo Irak necesitan ayuda humanitaria.
Lograr que los niños asistan a la escuela, donde también pueden acceder a la atención psicosocial, es el primer paso para darles la oportunidad de un futuro mejor.
Ahmed, de 9 años, nunca había ido a la escuela antes. Justo llegaba a la edad escolar cuando Mosul quedó bajo el control del llamado Estado Islámico. Entonces, ir al colegio se convirtió en una misión casi imposible.
Niños de Irak: dibujos de esperanza
Nuestros compañeros de Hope visitaron a su familia y pudieron convencerlos de que lo enviaran a la escuela. Después de asistir a unas cuantas sesiones, los facilitadores se dieron cuenta de que le gustaba dibujar, así que le dieron papel y lápices de colores. Le encantaron.
"Todo lo que quiere hacer es dibujar. ¡Podría dibujar todo el día, todos los días!", dice Abdullah.
A Ahmed le gusta dibujar casas. Casas impecables, con líneas rectas y colores brillantes. Sin muros cubiertos de balas, techos derrumbados o vallas de alambre de púas. "Así es como creo que volverá a ser Mosul", dice.