El ejército de Etiopía que, sin rifles ni botas, salva cientos de vidas cada día

Son mujeres de la aldea, líderes comunitarias, que se reúnen para compartir experiencias y planificar tareas. Todas unidas con un mismo fin: demostrar que Cada vida cuenta.

El ejército de mujeres que salva vidas en Etiopía

Reunión de un grupo de líderes comunitarias para la salud, en la región de Benishangul-Gumuz, al noroeste de Etiopía.

24/05/2018

Olía a café cuando nos hablaron de él, e inmediatamente lo visualicé, con sus filas perfectamente alineadas, cuerpos erguidos y gesto imponente… "un ejército es un ejército", pensé. Colorido, eso sí. En mi cabeza desfilaron las imágenes a color.

También en ese pedacito de África, en esa zona remota de Etiopía hasta donde llegamos, todo es color: el cielo azul intenso, el verde de los arbustos y los árboles de mangos, enormes, cargados de frutos, bien enraizados en una tierra roja, viva y fértil.

Llegué a la localidad de Assosa, capital de la región de Benishangul-Gumuz, siguiendo la pista sobre cómo se consigue salvar la vida de bebés recién nacidos, una tarea colosal, sin apenas medios.

Es un ejército bien organizado, conocen la zona como la palma de su mano, y en su vocabulario no hay 'imposible'. "Estamos encantados de trabajar mano a mano, los resultados de su trabajo son encomiables", nos explicaba mi compañera Hiwot Kiflom, responsable del programa de Salud de UNICEF en Benishangul-Gumuz, haciendo referencia al trabajo conjunto con este ejército.

Cuando las tuve delante, no sabía que eran ellas, poco a poco fueron llegando y ocupando su sitio en las esterillas colocadas en círculo, a la sombra del cobertizo de la vivienda donde se reunían. Estaba ahí mismo, delante de un grupo del ejército de mujeres para el desarrollo y la salud, de la localidad de Assosa. Ni filas, ni gestos duros.

Cada vida cuenta: compartir, explicar y cuidar

Llegan sonrientes, todas con algo en la mano para compartir, explicar o cuidar: un bol de trigo tostado, un folleto informativo, un bebé... Pero ahí no empieza nada hasta que no está el café.

En Etiopía, cuna del café según los historiadores y uno de los principales exportadores mundiales del preciado grano, la ceremonia del café es parte de la vida en cada grupo social, y aquí, no podía faltar.

Unas muelen los granos frescos, otras preparan el fuego, y aparece un niño con una bandeja repleta de cuencos de cerámica, cucharillas y azúcar. No contaban con invitados.

Cuando el humo del carbón y del café hirviendo ha llenado el ambiente y espantado los espíritus, según la tradición etíope, se sirve el líquido negro intenso que sale de un botijo de barro negro de base ancha y boca estrecha, la cafetera tradicional etíope.

Cada una con su cuenco de café en mano, jamás con leche pero bien azucarado, se dispone a comenzar la sesión.

Una de las mujeres que salvan vidas en Etiopía

Estas líderes comunitarias se reúnen periódicamente para compartir experiencias y planificar tareas. Son mujeres de la aldea, de distintas edades y con historias diferentes. Matronas, madres, voluntarias, entre las que reconocimos a una de las jovencísimas enfermeras del centro de salud de la localidad. Todas unidas con un mismo fin: mejorar la salud de las mujeres y los niños de la comunidad. 

En el segundo país más poblado de África, en el que el 84% de la población vive en zonas rurales, y el 73% de los bebés nacen en casa, la labor de grupos como este es fundamental. 

Las mujeres del ejército para la salud se organizan, por ejemplo, para ir de vivienda en vivienda y hablar con las mujeres embarazadas, orientarlas sobre cuidados prenatales, la lactancia materna, o sobre las ventajas del seguimiento profesional del embarazo para su salud y la de sus bebés.

Cada vida cuenta en Etiopía

Pico y pala, en esta zona empobrecida de Etiopía a la que no llegan turistas, se ha conseguido  reducir la mortalidad neonatal a la mitad. Entre 2000 y 2016, en Benishangul-Gumuz han pasado de 65 a 35 muertes por cada 1.000 nacidos vivos. La mejora se debe en gran parte al aumento del número bebés que nacen en centros de salud, y no en sus casas. ¡Es impresionante!

Las mujeres del 'ejército' hablan con otras mujeres para eliminar barreras culturales, prejuicios y miedos. Pero también hablan con los trabajadores de la salud para llegar a consensos y a un mayor entendimiento entre prestadores y receptores de servicios.

Por ejemplo, nos explicaba mi compañera Hiwot, las mujeres embarazadas reciben mucha presión para dar a luz en sus hogares, y mantener la tradición de estar todos juntos para dar la bienvenida al recién nacido, en torno a una olla de café. Valorando la importancia de esta costumbre, en los centros de salud y en los hospitales, se permite que la familia esté cerca, y que convivan entorno al café, para que no se rompa la tradición.

Con medidas como esta, se incentiva a las familias. "Dar a luz en casa incrementa significativamente el riesgo de contraer infecciones. Casi siempre los bebés que nacen en casa terminan contrayendo alguna infección", nos explicaba el doctor Yibeltal Alem, responsable de la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del Hospital General de Assosa.

Una de las mujeres y uno de los médicos

Una de las mujeres del 'ejército para la salud' (izquierda) dándole el pecho a su bebé recién nacido, y el Dr. Yibeltal Alem (derecha) en el centro de salud siguiendo el estado de uno de los bebés.

Sobre sus hombros recae la titánica tarea de atender las complicaciones del parto o de recién nacidos que caen enfermos, principalmente bebés prematuros. "Es una gran responsabilidad ser el único médico que atiende los problemas de los neonatos", me cuenta, "pero eso también te da la fuerza para hacer más por los recién nacidos".

UNICEF apoya con formación del personal sanitario, equipamiento para la atención neonatal, y medicamentos, entre otras iniciativas. 

También, junto al gobierno de Etiopía, ha impulsado la eliminación de las tasas sanitarias para los cuidados prenatales y de seguimiento de la salud del recién nacido. Antes la consulta costaba unos 3 euros. Ahora el acceso es totalmente gratuito, y se ha notado un incremento de las visitas al médico.

Se fomenta con especial atención la lactancia materna como primera barrera para proteger a los niños de enfermedades y desnutrición. Vi cómo, apenas nacen los bebés, las madres se los llevan al pecho, y si algo no va bien, las enfermeras les ayudan para intentar que no se desanimen o detectar si hay algún problema.

Aún queda mucho por hacer, las condiciones son duras, pero ya hay un mapa de ruta, y personas preparadas y decididas a dar la batalla. Aquí ha calado el mensaje: Cada vida cuenta. Sin rifles, ni botas, pero con toda la fuerza del mundo, en este rinconcito de África se marca un camino.

Etiopía ha despertado. Y todo huele a café.

Laura Y. Rubio

Técnico de Comunicación de UNICEF España