Ébola: ¿se puede sonreír en medio del peor brote del mundo?
Hola. Soy Thomas Nybo, fotógrafo. Estoy trabajando para UNICEF en República Democrática del Congo. Durante los últimos meses he cubierto el peor brote de ébola de la historia en este país. Aquí tenéis 4 fotos de diferentes áreas afectadas por el ébola. Cada imagen representa un momento intenso de mi estancia aquí.
Elías, 2 años
He sentido impotencia, desde el lado seguro de la valla naranja, mientras miraba a los ojos a Elías, de 2 años, en una zona en cuarentena para casos sospechosos de ébola, mientras los médicos esperaban los resultados de su prueba.
A su madre (un caso probable, según me explicaron los médicos) la pararon en un control de carretera por tener fiebre alta, un claro indicio de que podía tener ébola. Estaba enferma y la alojaron en una zona de tratamiento de emergencia. En ese momento, Elías estaba ajeno al paisaje, no entendía por qué estaba solo, separado de su madre. Estaba tranquilo, en parte por las visitas frecuentes de los cuidadores de UNICEF, que son personas que han sobrevivido al ébola y ahora son inmunes a la enfermedad.
Collete, con ébola, y su bebé Guerrishon, libre de la enfermedad
Este fue un momento muy bonito en el centro de tratamiento del ébola: un encuentro entre Collete, una madre que estaba luchando contra la enfermedad, y su bebé de cinco meses Guerrishon, sin ébola. Cuando Collete vio que la cuidadora le llevaba a Guerrishon, bailó de alegría en su habitación. Había estado combatiendo el ébola durante dos semanas y, según todas las previsiones, iba a tener una recuperación completa.
Cuando Collete colocó su mano en la ventana, Guerrishon llegó y tocó la ventana también. La emocionante conexión entre la madre y el hijo, incluso a través del plástico protector, fue potente y agridulce. “¡Estoy tan contenta de ver a mi hijo! Nunca me quise separar de él pero sabía que era demasiado arriesgado”, señaló. Me alegró mucho saber que, menos de una semana después, se reunió con Guerrishon en persona.
Nelly y su acompañante Germain
Lo que me resultó más difícil de aceptar sobre el ébola fue saber que no todos los niños que llegan al centro de tratamiento sobreviven. Un doctor en Butembo me presentó a este dulce niño, Nelly, que fue admitido en el centro, quizás demasiado tarde. Me coloqué a un paso de distancia de Nelly; estábamos separados por la pared de plástico de su burbuja de tratamiento. Lo miré y no pude evitar pensar en mi propio hijo. Le pregunté a la enfermera por la edad de Nelly y me contestó: “Seis años”. Tiene exactamente la edad de mi hijo, que no veré en otros dos meses.
Aquí todo el mundo está haciendo lo humanamente posible para salvar a Nelly, y puede que no sea suficiente. Saqué fuerzas del hombre que estaba sentado junto a la cama de Nelly. Su nombre es Germain Busa. No llevaba gafas ni respirador, solo ropa quirúrgica y unos guantes de látex finos. Germain sabe lo que es luchar contra el ébola. Contrajo la enfermedad y sobrevivió, lo que le ha hecho inmune. Germain, cuyo trabajo apoyamos, se sienta en la burbuja de Nelly día tras día y habla con él. Lo calma, pone una mano sobre él, le lee. Se asegura de que, incluso si este es su último día de vida, Nelly sepa que no está solo y que hay cosas buenas en este mundo.
Katya, a punto de recibir el alta
Estaba a unos pocos pasos del pequeño de 2 años Katya, separados tan solo por una ventana protectora, cuando su doctor me contó que cuando la encontraron estaba agonizando. El ébola estaba devastando su pequeño cuerpo. “Es uno de los pocos casos de niños que sobreviven con este alto nivel de infección”, nos explica el doctor Jean Louis Muanza, un pediatra apoyado por UNICEF que trabaja en el centro. “Ahora está casi curado, No tiene fiebre. Ya no necesita medicinas. Estamos esperando dos negativos a las pruebas de ébola y podrá volver a casa”.
El doctor Muanza y su personal trabajan incansablemente. Se muestran optimistas sobre salvar más vidas como la de Katya. “El ébola es una enfermedad terrible. Cuando los niños llegaban al centro por primera vez en 2018, morían 7 de cada 10. Ahora esta cifra se ha reducido a 2 o 3 de cada 10. Queremos dejarla en cero.
Si el equipo del doctor Muanza es la cura, las actividades de divulgación comunitaria de UNICEF son la prevención. Más de 24 millones de personas han sido sensibilizadas para detectar y prevenir el ébola en ayuntamientos, iglesias, escuelas y programas de radio desde que se declaró el brote.
He visto niños al borde de la muerte detrás de burbujas de plástico, con respiraciones cortas y superficiales, demasiado débiles para levantar sus cabecitas. Es aterrador ver lo que el ébola puede hacer. Pero también es reconfortante ver los esfuerzos de UNICEF, en una crisis que no muestra signos de detenerse. A medida que el número de niños huérfanos o separados por el ébola se acerca a 5.000, el trabajo de UNICEF es más urgente que nunca.