Dolor y huida para los niños sirios de Raqqa
Los niños sirios de Raqqa huyen de sus casas por la intensificación de la violencia. Sus historias son desgarradoras.
Reem, madre de 19 años, reflexionó mucho antes de tomar la valiente decisión de huir de Raqqa hace más de 3 semanas. Una noche, cuando el reloj casi marcaba las 12, cogió a su bebé de 10 meses y algunas pertenencias. Comenzaban un viaje que les traería aún más miseria.
Obligada a casarse con su primo cuando solo tenía 16 años, Reem ahora cuida de su hija Sadil por su cuenta. Su marido las abandonó cuando estaba embarazada.
"Nunca fue mi sueño casarme tan joven", dice Reem. "Quería continuar mi educación e ir a la universidad. Pero a las niñas solteras de Raqqa se las obligaba a casarse con los combatientes del Estado Islámico. Por eso mis padres me protegieron al casarme con mi primo".
Niños sirios en Raqqa: el menor de los males
Reem y su hija se encuentran entre las casi 40.000 personas obligadas a huir de sus casas por la intensificación de los combates en Raqqa durante las últimas semanas. Desde noviembre de 2016, la violencia incesante ha desplazado a 107.000 personas. El incremento de los ataques y bombardeos ha destruido infraestructuras y ha acabado con vidas civiles.
Los niños y sus familias han sufrido inmensamente durante los últimos 4 años. La inseguridad y las restricciones para distribuir ayuda humanitaria han limitado gravemente el acceso a la zona. El último convoy de ayuda de Naciones Unidas que llegó a Raqqa lo hizo en octubre de 2013.
Las personas que viven en Raqqa soportan dificultades adicionales. Afrontan las limitaciones impuestas a la educación y otros aspectos de la vida cotidiana, y se ven privadas de los servicios más básicos al tener que pagar altos precios por los artículos de primera necesidad.
"En mi ciudad, los bolígrafos y el papel están prohibidos", dice Reem. "Las mujeres y los recién nacidos mueren al dar a luz en casa, sin atención médica. Algunos niños mueren al pisar las minas antipersona; otros, con tan solo 9 años, son reclutados por grupos extremistas y obligados a luchar (y luego regresan a casa en ataúdes). Esta no es la vida que quiero para mi hija".
"Tuve que elegir el menor de los males", explica. "Dejar que mi hija viva esta vida, sin acceso a la sanidad, a la educación, a una infancia normal, o tomar la arriesgada decisión de irnos".
Un arriesgado viaje para los niños sirios
Junto con unos cuantos vecinos que también huían de la ciudad, Reem se adentró en el desierto, conduciendo hacia el oeste durante horas, rumbo a Al-Jurneyyeh. El grupo permaneció en un campamento improvisado durante dos noches antes de continuar el peligroso viaje a pie.
"Tuvimos que caminar por un campo minado", dice Reem, recordando los momentos aterradores que vivió. "Con mi hija en brazos, pensaba que podíamos morir en una explosión en cualquier momento."
Luego tuvieron que pasar por un largo túnel, oscuro y lleno de agua. Durante 3 horas, caminaron encogidos por un caudal de agua que les llegaba hasta la cintura.
"Yo llevaba a mi hija a la espalda, para asegurarme de que no tragara agua", recuerda. "La niña estuvo llorando todo el tiempo, hasta que finalmente se durmió por agotamiento".
Niños sirios en Raqqa: ¿qué estamos haciendo?
Cuando Reem y sus vecinos lograron llegar a salvo al campamento de Mabrouka, un refugio temporal que alberga a 2.000 familias desplazadas, se encontraron con unas condiciones de vida muy duras. Durante 10 días tuvieron acceso limitado a agua y comida. Dormían al aire libre, sin apenas una manta para cubrirse.
En UNICEF estamos trabajando para responder a las necesidades de familias como la de Reem. Distribuimos 975.000 litros diarios de agua a 120.000 desplazados internos en los campamentos de Raqqa y Hassakeh. Hemos instalado letrinas, duchas y tanques de almacenamiento de agua en esos campamentos y estamos distribuyendo kits de higiene para proteger a los niños de las enfermedades transmitidas por el agua.
Además, se han establecido clínicas móviles para proporcionar atención primaria, como vacunación para niños y madres o distribución de suplementos nutricionales.
También hemos levantado espacios para que los niños aprendan y jueguen. Estos espacios y actividades ayudan a dar cierta normalidad a la vida de los niños.
Pero estos niños desplazados y sus familias necesitan mucho más. En UNICEF pedimos a todas las partes involucradas en el conflicto que mantengan a los niños fuera de peligro en todo momento y que concedan acceso inmediato e incondicional a la ayuda humanitaria.
Niños sirios en Raqqa: una nueva vida
Reem y la pequeña Sadil ya están en la ciudad de Qamishli. Reem planea comenzar una nueva vida allí, lejos de todas las dificultades que ha padecido.
"Quiero que todo el mundo sepa lo mucho que hemos sufrido, pero también que conozcan la nueva vida que quiero comenzar", dice con una sonrisa. "Voy a continuar mi educación y asistir a la universidad. Alcanzaré mis sueños para poder tener una buena vida para mí y para mi hija ".
La vida de millones de niños sirios está en riesgo
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