Día Mundial de la Asistencia Humanitaria: ¡No somos un objetivo!
Los ataques contra escuelas y hospitales, o a personal humanitario, son ataques contra los niños, porque se les priva de acceso a la salud, la educación o la protección, y se les roba la esperanza.
19/08/2018
Me considero muy afortunada. No todo el mundo puede decir que tiene un trabajo que le gusta, que le ayuda a desarrollarse profesional y personalmente. Yo sí puedo. Como responsable de Emergencias de UNICEF España, tengo la oportunidad de vivir muchas experiencias, de conocer historias de niños y niñas de diferentes culturas, y de colaborar en la construcción de un mundo mejor para la infancia.
Pero mi trabajo también me muestra una cara triste y dolorosa. La cara de los conflictos y las guerras. Las caras de millones de vidas luchando por sobrevivir al hambre, a la violencia, a los ataques contra escuelas, hospitales, niños, personal humanitario... La cara de tantos lugares en el mundo asediados actualmente.
Mientras lees este post, hay niños en Siria, Yemen, Nigeria, Sudán del Sur, etc., que llevan meses y años sitiados, años en los que nada ni nadie puede entrar (ni comida ni medicinas ni personal humanitario) y nada ni nadie puede salir (ni siquiera los niños y niñas enfermos para poder ir al médico).
Día Mundial de la Asistencia Humanitaria: ataques a escuelas y hospitales
En el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria (19 de agosto), quiero acordarme precisamente de todas esas personas que viven día a día los brutales ataques, o que se preguntan si la ayuda les llegará ese día, ese mes o en algún momento. La lista de escuelas y hospitales atacados en 2017 es larguísima. Algunos ejemplos son:
- Siria: 108 ataques a centros de salud y hospitales y 67 a escuelas.
- Yemen: 11 ataques a hospitales y 20 a escuelas.
- República Democrática del Congo (RDC): 119 ataques a hospitales y 396 a escuelas.
- Malí: 9 ataques a hospitales y 41 a escuelas.
- Sudán del Sur: 24 ataques a hospitales y 26 a escuelas.
- Y un largo etcétera.
Cuando se atacan escuelas y hospitales, se ataca a los niños y niñas. Se les ataca de lleno, porque son las víctimas directas; resultan muertos o heridos. Pero también indirectamente, porque se les priva de la oportunidad de ir al hospital cuando están enfermos o de continuar estudiando en la escuela.
También vienen a mi memoria y a mi corazón los niños en zonas sitiadas, como por ejemplo Guta del Este, en Siria. El acceso a esta zona para el personal humanitario ha sido denegado sistemáticamente durante los últimos años. La falta de alimentos adecuados ha provocado un aumento de las tasas de desnutrición infantil a cifras que no se habían registrado nunca. En Siria en 2017 se denegó el acceso de la ayuda más de 100 veces, incluyendo la eliminación de cualquier medicamento en los convoyes a los que sí que se permitía entrar.
Día Mundial de la Asistencia Humanitaria: los trabajadores humanitarios
Y, por supuesto, no me puedo olvidar de los trabajadores humanitarios, que no son más que personas. Personas que día a día luchan para proteger a los niños, víctimas inocentes de los conflictos. Y que lo hacen lejos de su familia y amigos, siguiendo extremas medidas de seguridad, aparcando su vida personal porque poco más pueden hacer aparte de trabajar allí… y, sobre todo, y a pesar de todo, expuestos a ataques y violencia.
19/08/2018
El pasado 25 de febrero Benoit [nombre ficticio para respetar su privacidad], especialista de Educación de UNICEF en República Centroafricana (RCA), iba en un convoy con otros cinco trabajadores. Su misión era formar a profesores en la zona rural, para que más niños y niñas puedan ir a la escuela y que, además, dicha educación sea de calidad. El convoy fue atacado y todos murieron. No llegaron a impartir la formación. Yo había conocido a Benoit un año antes cuando viajé a RCA. Fue uno de los encargados de mostrarme el trabajo de UNICEF en educación en los campamentos de desplazados. La noticia de su muerte y del ataque me impactó mucho.
Esta es solo una de las muchas historias con las que simbólicamente quiero recordar una larga lista de ataques a población civil y a personal humanitario, a personas que lo único que hacen es luchar cada día por sobrevivir y por hacer del mundo un lugar mejor para la infancia. Por eso hoy alzo mi voz y grito: ¡NO SOMOS UN OBJETIVO!