Calderón en Líbano: poner nombre y cara a los niños que hay tras las cifras
José Manuel Calderón, Embajador de UNICEF España, viaja a Líbano para conocer la realidad de los miles de niños y jóvenes refugiados que viven en el país.
Imagina un valle en el que el calor en verano supera los 40º y en invierno alcanza temperaturas por debajo de los cero grados. Imagina que tu casa está hecha de trozos de madera y lonas de plástico, sin aislamiento y sin ventilación. Imagina que tras haber recorrido cientos de kilómetros andando por terrenos escarpados con el sonido de un largo conflicto armado de fondo, ése es el mejor refugio que te da la vida. Y que, aun sintiéndote a salvo, tus problemas no han terminado, sino que aparecen muchos otros.
Así es la realidad que pude ver en Líbano en el asentamiento informal de Al Aghidiya, a escasos kilómetros de la frontera Siria, donde viven unas 200 personas, más de la mitad, niños.
Líbano alberga a alrededor de 1,5 millones de sirios
Al llegar, los líderes del asentamiento nos dieron la bienvenida y nos invitaron a conocer de cerca a la familia Abdallah. Era la primera vez que entraba en una casa en un asentamiento. Dentro está oscuro. Apenas hay ventilación. La pieza principal sirve de salón, comedor y dormitorio para los hijos y primos. Colocaron unos cojines que a su vez hacen de colchones, nos invitaron a sentarnos y comenzamos a charlar con ellos.
Abdallah Ali El Ahmad, el padre de familia ha fallecido, la madre y el hijo mayor Hakim (21 años) trabajan en agricultura. En total son 7 hermanos, 6 de los cuales son menores de 14 años. Los gemelos Ahmad y Mohmed acaparaban todas las miradas ya que apenas paraban quietos, hasta que me fijé en Ghossoun. Tiene 10 años y una vida llena de proyectos. Sueña con ser profesora y poder enseñar árabe a sus compañeros. No dudó en levantarse y enseñarnos su preciado tesoro, el libro con el que aprende matemáticas escrito en francés.
Al hablar con ellos compruebas como sienten Líbano como su nuevo (y temporal) hogar, ya que aquí al menos viven en paz y que su pertenencia más importante es la de su propia vida. Al resto de cosas tratan de adaptarse con la mejor de sus sonrisas, aunque lo que más deseen sea volver a su país.
La ayuda que llega de UNICEF se transforma en hechos
En este viaje he podido poner nombre y cara a muchos de los niños, niñas y jóvenes que hay detrás de las cifras sobre refugiados que llegan al país. Todos llevan una experiencia de vida muy dura y distinta solo por su origen. Al conocerles te das cuenta que antes que palestinos, sirios o libaneses, ¡son niños! Niños con una capacidad de supervivencia y de adaptación increíble. Y así de manera tan sencilla y siendo todo un ejemplo, nos enseñan que es muy urgente que cambiemos las reglas.
Gracias a UNICEF y a sus colaboradores llega el agua potable, letrinas, posibilidad de acceder a educación. Básicos que les permiten volver a sus rutinas como la de mantener su casa ordenada, hacer la colada o conseguir alimento para los suyos.
Llevo más de 10 años colaborando con UNICEF porque confío en su trabajo. En esta misión he podido ver con mis ojos cómo la ayuda de todos se transforma en hechos. Todos tenemos la posibilidad de formar parte de este trabajo. Necesitamos un mundo en el que todos confiemos un poco más. Así que os animo a todos los que no lo hagáis a colaborar sin esperar nada a cambio o más bien todo: ¡formar parte de este inmenso trabajo!
José Manuel Calderón,
Embajador de UNICEF España
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