70 años de UNICEF: "Siempre está ahí para ayudar a los niños"
¡Carmen Garrigós es historia viva de UNICEF! Esta alicantina incansable ha sido cooperante internacional durante un cuarto de siglo, la mayor parte en África. Acaba de jubilarse, pero sigue al lado de la infancia: expone y vende sus pinturas (mamarratxos) y todos los fondos se destinan a UNICEF.
Me piden que escriba sobre UNICEF. ¡Cuánta responsabilidad! Este es un momento emocionalmente muy especial para mí. Celebramos el 70 aniversario de nuestra organización. Ahora se cumplen 25 años desde que me incorporé a UNICEF y a la vez he entrado en fase de retiro. Solo puedo hablar de mi experiencia y solo puedo hacerlo en positivo. Pongo el retrovisor en marcha.
Comencé a colaborar con UNICEF en 1991. Yo estaba con una ONG en Djibouti y desde el principio establecimos muy buena relación con UNICEF. Colaboramos muy a gusto en la recepción y atención a las miles de personas que huían de los conflictos armados y sus consecuencias desde Etiopía y Somalia. UNICEF me propuso unirme a ellos. Estuve ocho años allí.
También trabajé en Goma (República Democrática del Congo), y también en la acogida a desplazados de Ruanda que huían de enfrentamientos internos que no supimos resolver a tiempo.
Los refugiados llegan sin nada, pero con una mochila psicológica muy pesada. Ahí es donde tienen todo el sentido palabras como cooperación o ayuda humanitaria.
Más tarde, hasta 2011, estuve al frente de una sub-oficina, primero en el sur de Senegal y después en Sudán del Sur, priorizando la educación y la supervivencia de los niños.
Fueron 20 años en África. ¡Veinte años! Sé qué huella dejó en mí este continente, sé cuáles son mis memorias. Miro atrás y pienso que, además de trabajar duro en lo que creía, me llevé el placer de haber contribuido a reducir el sufrimiento de los niños de zonas en conflicto. También me llevé alguna que otra frustración, como no haber tenido la visión de mantener nuestros programas en el tiempo. Y desde una mirada de género, que me parece indispensable, me temo que no hemos implicado suficientemente a las mujeres en la resolución de conflictos.
Mi último destino antes de la jubilación fue Afganistán. Estuve en Kabul y en Jalalabad entre 2011 y 2015 al frente del programa de inmunización contra la poliomielitis.
Nuestra función era explicar a los líderes políticos y religiosos y a las madres la necesidad de vacunar a los niños. Nosotros hacíamos la campaña informativa a través de todos los medios a nuestro alcance, ya fueran carteles en las calles, visitando casa por casa a las familias o difundiendo mensajes en las radios comunitarias. Mi sensación después de este período es que la erradicación total de la polio es difícil pero posible. De Afganistán me traje el gran respeto y admiración que la población tenía para con nosotros.
UNICEF cumple ahora sus primeros 70 años de vida. Tiene motivos para continuar su labor muchos años más. Me ha sentado muy bien trabajar para UNICEF. Me llevo una huella indeleble.
En mi opinión, la característica principal de UNICEF, lo que la distingue de otras ONG, es que siempre está ahí. No acude a un lugar cuando se declara una emergencia. UNICEF está en el país, forma parte del paisaje, forma al personal local y se nutre de él, y eso ayuda a mantener vivo el tejido social.